La resurrección del Hamas

Por: Bryan Acuña

Hamas

La situación entre israelíes y palestinos de nuevo se incendia, en un hecho que ya se esperaba ocurriera. Desde que el 30 de marzo arrancó la millonaria campaña del Hamas denominada “Marcha del Retorno” donde se llevaron a centenares de ciudadanos y milicianos a intentar romper la valla de seguridad para penetrar territorio israelí se veía que podrían escalar los niveles de violencia, lo que además entra en los objetivos del Hamas, porque saben que pueden vivir de los réditos que los cadáveres y heridos del conflicto le da a su posición beligerante.

Para fortalecer lo anterior, la página oficial del grupo islamista y como lo dejó manifiesto Hazim Qassim, portavoz del grupo terrorista, ofrecieron el pago mensual de $500 y $200 por cada palestino herido durante eventuales enfrentamientos contra Israel, aumentando el costo por supuesto dependiendo de la gravedad de la herida. En caso de morir la oferta llegaba hasta los $3.000 para la familia del “mártir”.

Los hechos violentos del 14 y 15 de mayo se predecían con anticipación, por ejemplo el excomandante británico Richard Kemp en un interesante artículo del 13 de mayo, se adelantaba a los actos nefastos de estos días expresando lo siguiente:

“…Predigo una revuelta, y mucho peor. El grupo terrorista palestino Hamas está orquestando una «manifestación» al comienzo de esta semana de hasta 200,000 personas en la frontera de Gaza con Israel, y está intentando convertirla en una orgía de muertes y derramamiento de sangre. Si eso sucede, la ONU y la UE, grupos de derechos humanos y muchas organizaciones de medios occidentales habrán ayudado a lograrlo…”

Y no se equivocó, el saldo de al menos 60 personas muertas, más 2.000 heridos se ha transformado en la excusa perfecta para que de nuevo se lancen acusaciones contra el Estado de Israel; único en su género al cual le exigen no defenderse de la violencia contra su territorio y sobrevivir en el intento.

Además ha provocado que se activen los grupos que dicen proteger los derechos humanos, pero que se han mantenido silenciosos o ausentes ante las dantescas escenas en Siria, las terribles crisis humanitarias en el Yemen, la violación de la minoría musulmana en Myanmar con dejos de limpieza étnica y sin ir muy lejos en el caso de los latinoamericanos, sin manifestaciones determinantes contra el régimen de Daniel Ortega en Nicaragua donde las muertes se contabilizan por decenas, el caso de hambruna en Venezuela, o la violencia del narcotráfico en México, hechos que al parecer no nos compete o ya nos acostumbramos.

La muerte de civiles es claramente una tragedia de magnitudes inimaginables dentro de cualquier pueblo, a pesar que en este caso se trata de vidas compradas previamente, no deja de impactar que fuera de la situación económica, se le pueda poner precio a un familiar, o lo que es peor, se le ponga un alto valor a niños que fueron llevados a la zona de enfrentamiento para servir como escudos humanos, en vez de ser alejados todo lo posible de las regiones de beligerancia y enfrentamientos.

En definitiva esto nos debe hacer pensar lo diferentes que somos en cuanto al valor que le damos a la vida y a las futuras generaciones. Por supuesto, como lo he mencionado en otros artículos que he escrito, en la ideología del martirio se encuentra también un componente mediático y propagandístico al cual le sacan todos los réditos posibles, aunque sin duda este aspecto es un beneficio a dos vías, ya que el periodismo carroñero de hoy también obtiene ganancia de este tipo de desastres humanitarios.

Los medios de comunicación han aprovechado una vez más el conflicto para vender a través de premisas erradas o utilizando circunstancias que no serían directamente las causas de la ola de violencia actual. Por ejemplo, la cadena internacional CNN pondría un sugestivo titular que mientras el presidente estadounidense, Donald Trump, celebraba el establecimiento de su embajada en Jerusalem, los palestinos en la frontera sur con Israel estaban siendo masacrados por el ejército, dando a entender que fue este evento el que marcaría los hechos violentos, sin contemplar que esto venía orquestándose desde meses atrás por el grupo islamista, como parte de las conmemoraciones del 70 aniversario de lo que se denomina la “Nakba” o tragedia palestina que todos los años se realiza el 15 de mayo, el día después del establecimiento del Estado de Israel según el calendario convencional y el día de inicio de la primera guerra árabe – israelí.

Este comportamiento particular no fue exclusivo de la cadena citada anteriormente, sino que se repitió en varios medios, principalmente aquellos que son críticos con el gobierno del presidente norteamericano y que además son apáticos con el gobierno de Benjamín Netanyahu en Israel, y la composición de los encabezados más el contenido con poca profundidad tenía el mismo fondo, concentrarse en los individuos (Trump y Netanyahu) y no en las motivaciones reales que han llevado a este incremento en el pico de violencia, lo que finalmente se convierte en artículos virales donde entre analistas serios y personas que opinan eventualmente tienen algo que decir sobre el tema, porque este tiene la particularidad que aun personas que no saben ni dónde están ubicados los territorios disputados, opinarán con propiedad como si se tratara de expertos que viajan constantemente a la zona y cuya palabra será “Verbum Dei”.

En los próximos días podría darse más manifestaciones de violencia en esta tensa zona, ya comienza el mes más sagrado del Islam, y algunos líderes religiosos radicales aprovechan el acercamiento de las comunidades a las principales mezquitas para hacer llamados a revueltas o enfrentamientos, por lo que no sería extraño que este primer viernes de la temporada se active la violencia también desde las zonas de la Margen Occidental y los focos de tensión se amplíen aún más.

Estos enfrentamientos le han dado una bocanada de aire fresco al Hamas, le impregna un nuevo estigma al Estado de Israel ante la opinión pública y presiona a la Comunidad Internacional a tomar una posición política y buscar hacer algo, aunque sea un mal acuerdo, antes de lanzar la zona en un “buen enfrentamiento”.


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